27 septiembre, 2008

Nota




No te conozco y no me conoces
pero he dormido en tu cocina de piedra
al resguardo del hielo y de la niebla
y he quemado un poco de la reserva
de yareta (el único combustible
de que dispones a esta altura, lo sé)
y todavía mi ropa está impregnada
con su humo resinoso y tampoco
me perdono no haber tenido una ginebra
para dejarte bajo el techo tiznado
para las noches apenas más cálidoas
y hondas que te tendrán aquí, de nuevo,
junto al olor de los pastos
y el goteo más decidido y saludable
de la vega.
Como me ha recomendado la gente
que me indicó tu puesto, he terminado
de apagar los tizones ahogándolos
con su propia ceniza y un poco de agua
que no se congeló durante la noche.



Javier Foguet, La tumba de los viajes, 2006

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