01 junio, 2008

El espinillo




Es muy pequeña la sombra del espinillo. Muy pequeño su abrigo. Sus ramas, retorcidas, dirigen su rechazo a todos los vientos, al cielo, a los paseantes del camino.

Inhóspito, no sabe sonreír a la mañana que llega y en la noche sólo es un brazo más, un sentido. No sabe sonreír y rechaza el brillo espontáneo y el abandono de la hierba.

Se contiene y se resiste en medio de la libertad que lo rodea, y, sin embargo, no tiene imperio alguno sobre sí mismo ni sobre la tierra que lo origina.

No puede abandonarse ni cobrar un brillo que no le pertenece.

No obstante, surge y se desarrolla espontáneamente. Y si no puede ofrecer la sombra ni la sonrisa ni el abrigo, nos ofrece en cambio una entrada, una amistad en su mundo, una fiebre distinta y necesaria. Algo más que un nombre: una existencia al lado de la nuestra.



Edgar Bayley, Ni razón ni palabra, 1955-1960

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